Nuestras Historias

Yoshi Her, hijo de refugiados hmong y miembro de SEIU HCMN

man at microphone with illustrated speech bubble beside him

Nací en Estados Unidos, pero mis padres no. Como refugiados hmong, emigraron de Laos a un campo de refugiados en Tailandia antes de venir a Estados Unidos. Durante lo que se conoció como "La Guerra Secreta" en Laos, la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA) reclutó a indígenas hmong para luchar durante la guerra de Vietnam. Estados Unidos hizo una promesa al líder de los hmong de que si este alineamiento se derrumbaba, podrían venir a Estados Unidos como refugiados.

Cuando este alineamiento se produjo, los hmong fueron perseguidos por luchar contra los comunistas. Mis padres se conocieron en Estados Unidos, pero vivieron experiencias paralelas durante la guerra.

Mi padre era un adolescente en Laos cuando mataron a su madre y a su hermana delante de él. Temiendo por su vida, mi padre cruzó a nado el río Mekong hasta Tailandia, con un grupo de unas doce personas, antes de llegar a Estados Unidos. 

El padre de mi madre falleció cuando ella nació, así que fue adoptada por su tío, que era un oficial de alto rango en la guerra. Gracias a su estatus, pudieron evacuar Laos a Tailandia. Pero, independientemente de su estatus, todos los hmong fueron internados en campos de refugiados en Tailandia. Más tarde llegó a Estados Unidos como refugiada.

Cuando llegaron, no tenían ni siquiera certificados de nacimiento de su país de origen. Yo soy la beneficiaria de su viaje y de sus luchas, y tengo la suerte de vivir hoy en Estados Unidos.

Debido a su condición de refugiados, mis padres no tenían voz. No podían votar. Muchos años después, acabaron convirtiéndose en ciudadanos estadounidenses y votantes. Hoy piden cuentas a sus cargos electos y animan a sus hijos a votar también.

This country was not made because people simply showed up. This country emerged from immigrants who came to make it the United States it is today. It’s our country too.

Unos Estados Unidos más diversos nos hacen mejores y más fuertes. Quiero que todo el mundo reciba el mismo trato en Estados Unidos. Por eso participo en mi sindicato para luchar por la justicia racial, económica y de los inmigrantes, porque somos más fuertes cuando estamos unidos.

Aquí, en Minnesota, luchamos por la iniciativa Libertad para Conducir, que autoriza el permiso de conducir a todos los minnesotanos, independientemente de su estatus migratorio. También formé parte del grupo de asiáticos e isleños del Pacífico que sale a inscribir votantes, porque muchos inmigrantes no saben que su voz cuenta. Algún día, gracias a nuestro duro trabajo colectivo, mi sueño es que todos los inmigrantes son bienvenidos en Estados Unidos.